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Ahí quiero estar: conmigo

publicado por Antonia Zarhi R. el
Ahí quiero estar: conmigo

La ansiedad y el estrés se acumulaban hasta que ya mi cuerpo comenzó a manifestar un tormento interno muy evidente. Haya sido el universo, Dios, las estrellas o simplemente una casualidad, pero el Yoga -como por arte de magia- se hizo presente en mi vida. Y jamás se irá. 

Por: Antonia Zarhi R.

***

Esos días pandémicos y frívolos del 2020 me sentía muy sola, frustrada, abatida… como muchos, me imagino. Los casos de este virus bestial aumentaban a la velocidad de la luz y la incertidumbre era cada vez mayor. Me acuerdo de varias conversaciones en abril que yo, muy inquieta, preguntaba: “ya, cuándo crees tú que todo vuelve a la normalidad”, algunos especulaban que en agosto (¡¡agosto!!) otros decían noviembre o en el verano, cada uno con sus teorías. Y aquí seguimos.  

En mayo del mismo año hablé con mi admirable profesora -o como yo prefiero decirle, mi mentora- Fran Farrú. No nos conocíamos mucho y no sé por qué se me ocurrió escribirle, creo haberla visto en una foto haciendo una postura y me llamó la atención. En fin, le pregunté si podía enseñarme y así partió todo, con clases particulares online. Jamás me imaginé haciendo Yoga, no sabía de qué se trataba, no era flexible, no me tenía mucha fe y tampoco estaba muy convencida. Eran muchos pensamientos limitantes y bueno… sabemos cómo suelen terminar las cosas cuando estamos tan negados. Pero esta no es una de esas veces.  

A pesar de lo difícil que es aprender por Zoom y que en varias ocasiones incluso sentí frustración por no poder hacer absolutamente nada (no me podía mi cuerpo para hacer una flexión, tampoco alcanzaba el suelo con mis manos y ni hablar de balances de brazos o inversiones), decidí entregarme a la práctica. Porque era un momento para mí, de relajo, motivación y mucha paz. No lograba prácticamente nada en lo físico, pero sí en lo espiritual. La conexión y la amistad que surgió con la Fran era -y sigue siendo- tan poderosa que no me cabe duda atravesaba esa diminuta pantalla. Y eso era todo lo que necesitaba: contención, motivación y unión. Es lo que todos necesitamos al fin y al cabo ¿no?

Pasaban las semanas y de pronto las sensaciones desagradables se esfumaban, la energía volvía a mí, las ganas y la esperanza, como si floreciera otra vez. Hasta que lo entendí, verdaderamente lo entendí: el Yoga es una disciplina que nos invita a estar en el aquí y en el ahora, a soltar, desprendernos de todo aquello que no necesitamos y no nos hace bien, a ser humildes, perder el miedo, conocernos, respetar nuestros límites y, por sobre todo, a amarnos… amarnos con fervor. Porque el amor estalla primero desde nuestras entrañas, para luego amar a otros. Al final del día, en el Yoga no importa si te paras con las manos o si no te tocas los pies; aquí somos parte de una comunidad, somos iguales y bailamos al unísono. 

El mat se convirtió en mi lugar seguro, mi santuario habitual para regocijarme, cada vez es una experiencia de autoconocimiento y entrega. Todas las prácticas son divergentes y especiales, son el espejo más preciso de nuestra realidad. Nos invitan a prestar atención minuciosamente, porque esa hora que nos regalamos, dice más que mil palabras. Y todo lo que podemos aprender de nuestra esencia, de nuestra alma, carece de límites. 

Cuando me encuentro con el mat, percibo al instante que se aproxima un ritual solemne y sagrado, porque fue justo ahí donde dejé de vivir en el futuro y de flotar lastimosamente en la corriente que ya pasó. Me di cuenta. De que existo, respiro, siento, entrego y recibo. Me di cuenta de que nosotros tenemos las respuestas que tanto buscamos y que es hora de tomar las riendas. Es momento de vivir en el aquí y en el ahora.

Hoy, un año después, ya no me siento sola, tampoco frustrada ni mucho menos abatida. Es que cuando estoy en el mat, es como si el tiempo se detuviese. Me desconecto para conectarme conmigo otra vez. Y es ahí donde sé que quiero estar: conmigo. 

 

 

 

 

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6 comentarios

  • Monica Airola M el

    Maravillosa experiencia querida Antonia , Conocerse , Aceptarse y Amarse es la piedra angular .
    Recuperar energía , tener paz y amar ., vivir el presente , sin planificar , ni dirigir a nadie , respetar y comprender , el regalo de la Vida .
    Te felicito , muy buen artículo , transmitir , comunicar y compartir tu experiencia .

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